jueves, 2 de marzo de 2017

Lo mejor y lo peor de Moonlight


La última ganadora del Oscar a Mejor Película se ha visto eclipsada por el desastroso incidente que se produjo al final de la gala, en la que se anunció equivocadamente como ganadora a La la land. Un error que no debe quitar mérito al hecho de que una película con una historia aparentemente pequeña, rodada con poco presupuesto y protagonizada por minorías gane el mayor premio de la Academia. Y a pesar de sus muchos valores, la película de Barry Jenkins también tiene aspectos mejorables.

El artículo contiene spoilers a partir de aquí



Lo mejor:

-La historia de una vida: Moonlight está protagonizada por Chiron, un joven negro y gay criado en un barrio marginal de Miami. La película nos cuenta, a través de tres momentos de su vida (infancia, adolescencia y juventud) algo tan complicado como la construcción de una identidad en un ambiente hostil. Y lo hace con una sencillez apabullante, sin excesos ni subrayados.

-Los actores: muchos han valorado el trabajo de los secundarios Mahershala Ali (ganador del Oscar), que interpreta a un traficante que asume la figura paterna ausente; y Naomie Harris (nominada) como la madre adicta al crack del protagonista. La calidad de sus trabajos es incuestionable, pero quienes realmente llevan el peso de la película son los tres actores que interpretan a Chiron (Alex Hibbert, Asthon Sanders y Trevante Rhodes) que nos convencen de que estamos viendo a la misma persona en distintas etapas de su vida.

-El peligro de la masculinidad gangsta: en el tercer acto de la película vemos al protagonista convertido en un traficante hipermusculado y con actitudes chulescas. Alguien muy distinto al joven tímido y confundido de las dos primeras partes. Un caso extremo de adaptación al ambiente para no ser devorado por él y un ejemplo más de lo dañino que es el tópico de la masculinidad, en la que el hombre no debe mostrar nunca su fragilidad.

-La parte final: muchos han considerado este tercer tramo como el más flojo de la película. Vemos al protagonista que, totalmente cambiado, se encuentra tras muchos años con un amigo del instituto con el que tuvo su primera experiencia sexual. Esta parte sirve como culminación de la evolución de los dos primeros actos y muestra hasta que punto marcan los acontecimientos de la infancia y la adolescencia. En una secuencia en la que predominan los silencios, es cuando mejor notamos la lucha interna y la incapacidad para ser él mismo del protagonista


Lo peor:

-Historia demasiado individual: aunque el protagonista absoluto de la película sea Chiron y de los personajes secundarios importa cómo influyen en él, algunos están desaprovechados, Especialmente Teresa (Janelle Monáe) la “madre adoptiva”, un personaje clave y poco desarrollado y la biológica (Naomie Harris) que no sale del arquetipo de madre tirana que ya hemos visto en otras películas. Por otra parte, la historia es muy personal: está basada en una obra de teatro autobiográfica y se desarrolla en el mismo barrio marginal en el que creció el director. Aunque los sentimientos que trata son universales, esto puede que algunas personas queden fuera de la propuesta.

-¿Moderno o modernillo? Moonlight es puro indie en su estética, de hecho ha ganado bastantes premios de cine independiente. Esto supone muchos fondos azules y rosas estilo Tumblr que contrastan con el barrio deprimido en el que se desarrolla; y planos ralentizados o de cielos para mostrar la intensidad de los actontecimientos. Una estética cuidada sí, pero poco transgresora, lo que nos lleva al último punto.

-El poco riesgo de los nuevos directores: al igual que Damien Chazelle, de sólo 32 años, Barry Jenkins (37 años) representa a una nueva generación de directores jóvenes pero poco arriesgados. Como indicaba Beatriz Martínez en este artículo de El País, esta nueva ornada de creadores queda lejos del riesgo de los directores indies de los años 90. A ver si aprenden de Paul Verhoeven, que con 78 años ha dirigido Elle, la película más subversiva del año.

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